7 PARTICIPACIÓN COMUNITARIA: PREPÁRESE PARA TRABAJAR EN EQUIPO
INTRODUCCIÓN
Las comunidades son los pilares de la sociedad. Aunque cada familia lleva a cabo sus planes individuales, la gente se une cuando viven en un vecindario compartido y tienen preocupaciones en común en cuanto a la seguridad, la vivienda y los servicios. Una de las mejores maneras de preparar a las comunidades para un evento adverso es lograr su participación para establecer un protocolo de emergencia que pueda aplicarse antes, durante y luego de la emergencia.
Las consecuencias de los huracanes Irma y María han demostrado, a los puertorriqueños y al mundo entero, que no hay nada más fuerte que los lazos comunitarios. Toda persona y familia que haya sobrellevado estos desastres naturales tiene una historia para compartir: cómo un buen vecino tiró una extensión a la propiedad del otro para compartir la energía producida por su generador, cómo la comunidad se unió el día después de la tormenta para retirar los escombros de las calles o cómo en el vecindario organizaron comidas en comunidad para compartir los alimentos que tenían.
En muchos casos, especialmente en las comunidades de la región central montañosa de la isla grande, los grupos comunitarios ofrecieron la primera respuesta, ayudaron a las familias afectadas y hasta ayudaron a salvar vidas. Una de las razones para esto fue que muchos municipios se hallaban desconectados de las áreas principales de distribución, no solo por las fallas en telecomunicaciones sino también por los árboles y postes eléctricos caídos, escombros y deslizamientos de tierra que bloquearon las carreteras principales. En los casos más extremos, cientos de familias quedaron aisladas porque los puentes que servían como únicos puntos de acceso para algunas comunidades cedieron y se derrumbaron.
Los grupos comunitarios también han impactado de manera significativa a cientos de familias durante el proceso de recuperación a largo plazo. Muchos de estos grupos, algunos parte de organizaciones sin fines de lucro y congregaciones religiosas, se convirtieron en brigadas de rescate que viajaron por toda la isla para proveer alimentos, suministros, agua, medicinas, refugio y apoyo para la reconstrucción.
De hecho, decenas de grupos comunitarios que contribuyeron de manera significativa a los esfuerzos de recuperación no eran residentes de Puerto Rico; muchos grupos fueron formados por puertorriqueños que residen en Estados Unidos continental y otros países, así demostrando que los lazos comunitarios no conocen límites y sobrepasan cualquier obstáculo y distancia.
Finalmente, estos tiempos difíciles se convirtieron en una oportunidad para que las personas en la isla llegaran a conocer o desarrollaran relaciones más estrechas con sus conciudadanos y así aprovechar el poder de la solidaridad mutua. La mejor forma de asegurar la resiliencia a corto y largo plazo es fomentar la autonomía comunitaria, para así evitar depender del gobierno o de cualquier ayuda externa y poder garantizar la seguridad y los servicios de salud en todo Puerto Rico y más allá.